EL CURIOSO EJERCICIO DE JUSTIFICAR UN DERECHO
Por Mirta Petrocini

Este “por qué” se nos requiere a los
docentes acerca de la falta de clases, los paros y las manifestaciones en las
calles. Es un “por qué” para que el sector justifique sus acciones, su lucha,
sus medidas de fuerza. O, para decirlo de un modo más preciso, para que justifique
la defensa de sus derechos.
Justificar es, según la Real Academia
Española, “probar con razones convincentes lo justo”. A nadie puede escapa r la justicia que hay en la defensa de la
Educación Pública, de los derechos de los docentes, en la lucha por construir
un futuro de equidad e igualdad de posibilidades.
Sin embargo, nos siguen pidiendo
explicaciones sobre las medidas, por nuestro reclamo y nuestro accionar.
Muy por el contrario, no he notado que
se le pidan demasiadas explicaciones al Gobierno, cuando dilata los tiempos de
negociación, cuando con la práctica contradice su discurso de Educación de
calidad, cuando lleva al inicio de clases un conflicto que se podría haber
evitado con decisión y firmeza política, cuando no se prevé presupuesto para la
discusión salarial docente. No sólo debemos dar explicaciones sobre lo justo,
sino que también debemos explicar (y vivir) las injusticias.
Cualquier incremento salarial obtenido
luego de semanas y semanas de lucha, es absorvido sistemáticamente por el
Estado a través de un impuesto perverso. Para ser claro: al posible incremento
lo terminamos financiando los propios docentes.
La NO universalización de las
Asignaciones Familiares es otro punto alto para explicar las injusticias. Los
docentes cada vez cobran cifras menores por este beneficio y, sin su debida
adecuación, termina habiendo hijos “de primera” y “de segunda”.
Cientos y cientos de docentes que no
cobran sus haberes (algunos desde marzo de 2012) son motivo más que suficiente
para impulsar cualquier tipo de protesta. Sin embargo, ahí estamos nosotros,
saliendo a justificar el por qué de las medidas.
Nadie por fuera del sector gremial
docente se pregunta por qué hubo chicos que perdieron y aún pierden, más de 30 días de clases porque el
Gobierno no le pagó a los transportistas escolares.
Nadie parece interesarse en que el
Estado justifique por qué, día a día, hay chicos que no pueden recibir su único
plato de comida en la escuela, por falta de presupuesto para el pago a
proveedores.
Si no se hubieran realizado paros al
inicio del ciclo lectivo, igualmente muchas escuelas tampoco hubieran podido comenzar
las clases porque no estaban terminadas o porque las refacciones que debían
realizarse para no poner en peligro la integridad física de docentes, alumnos y
comunidad educativa, no se realizaron por falta de presupuesto.
Comparto dos situaciones que sirven
para graficar aquello que el Estado no puede justificar. Hace unos días, un
grupo de docentes, cansados de promesas de refacciones inconclusas en su
escuela y pensando en sus alumnos, compraron tela para cubrir toda una pared
deteriorada por la humedad, como para crear un ambiente algo más atractivo y
cálido para los chicos.
El segundo caso es más preocupante. Debido
a una inadecuada instalación de la calefacción de un salón (lo cual desnuda la
falta de mantenimiento y de control), una alumna se quemó con la estufa. Ahora,
la directora del establecimiento está procesada judicialmente.
Sin intención de hacer una enumeración
exhaustiva, quiero recordar algunos hechos por los cuales tampoco se le piden
explicaciones al Estado:
·
Luego de una vida
de trabajo, un docente debe percibir sus haberes como jubilado, pero los
trámites tardan hasta 4 años en efectivizarse.
·
La Retribución
Especial (Premio). Derecho Estatutario que se percibe con años y meses de
retraso.
·
La Secretarías de
Asuntos Docentes y los Tribunales de Clasificación no tienen recursos para
funcionar. Por estos lugares pasa nuestra vida laboral.
·
Agregando a las peregrinaciones
constantes por IOMA para obtener prestaciones que deberían estar garantizadas:
nuestra salud.
·
El docente se capa cita para acceder a cargos jerárquicos, que una
vez que accedemos debemos esperar meses para cobrar el nuevo
·
Y siguen…
La Constitución y La Ley Nacional de
Educación establecen claramente que “la educación y el conocimiento son un bien
público y un derecho personal y social, garantizados por el Estado”.
Más adelante, la Ley explicita que “la
educación es una prioridad nacional y se constituye en política de Estado”.
Finalmente, la normativa indica que los diferentes Gobiernos “tiene la
responsabilidad principal e indelegable” de proveer Educación de calidad en
forma permanente a todos.
En este contexto… ¿quién debería salir
a dar explicaciones sobre obligaciones que, a todas luces, no son cumplidas?
¿Quién debería salir a justificar por qué las clases no comienzan en tiempo y
forma? ¿Quién debería salir a justificar que la única herramienta que han
encontrado para tratar la situación docente es el destrato y la desconsideración?
Rara época ésta en la que los
trabajadores tenemos que dar explicaciones sobre la justa defensa de nuestros
derechos.
Las autoridades son las únicas que
tienen que justificar y explicar porque han esperado hasta que empiecen las
clases para hablar de salarios, porque han esperado que empiecen las clases sin
reparar las escuelas, porque han esperado que empiecen las clases y no han
realizado las obras de infraestructura, porque han esperado que empiecen las
clases para enfrentarnos injustamente con la comunidad educativa.
Esta lucha no es personal ni
sectorizada, sino que es la lucha de
toda la comunidad, para defender la ESCUELA PUBLICA, LA ESCUELA PÚBLICA
ARGENTINA, que tantas satisfacciones ha dado, NUESTRA ESCUELA PÚBLICA, la de
nuestros padres y abuelos, la que fuera tantas veces valorada.
Esta lucha es de todos, no solo de los
docentes, por eso los llamo a la reflexión y pido transitemos el mismo camino:
DOCENTES, ESTUDIANTES, PADRES Y LA SOCIEDAD TODA.
Tenemos claro que es el Estado es quien
debe asegurar una educación de calidad con igualdad de oportunidades y
posibilidades. Porque la educación encierra un deber: la formación ciudadana
comprometida con los valores éticos y democráticos de participación, libertad,
solidaridad resolución pacifica de conflictos, la honestidad y la defensa del
patrimonio natural y cultural de una nación.
Por todo ello, nuestro verdadero
compromiso es con los Docentes, con la defensa de sus derechos y la Escuela
Pública, y esos son bastiones irrenunciables.
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